Él
Recuerdo una noche, en la que me arreglé divertida con mi amiga, con ganas de salir de nuevo en aquella ciudad que tanto nos gustaba, con ansias de volver a disfrutar de una noche de risas, recuerdos y buena compañía.
Empezamos recordando los buenos momentos que habíamos pasado años atrás, la gente con la que salíamos, y me acordé de nuestro compañero de fatigas, incansable en aquella época, como nosotras. Decidí mandarle un mensaje, para vernos en el sitio de siempre, aunque sin demasiadas esperanzas de que apareciera despues de tanto tiempo.
Salimos con más ganas que nunca, nos reíamos con amplio gusto de todas las cosas que se nos ocurrían de camino a nuestro santuario particular de diversiones nocturnas. Estaba una noche clara, agradable aunque con mucho frío dadas las fechas en las que estábamos.
Llegamos a nuestro destino, y nos recibieron como siempre, como si el tiempo no hubiera pasado. Nos quitamos los abrigos y pedimos algo de beber para que nos quitara el frío de la noche.
Comenzamos a charlar sin parar, de mil cosas, de recuerdos, anécdotas, sentimientos. Qué bueno, todo estaba igual, como siempre. Nos sentíamos a gusto, casi como en casa.
Despues de la primera copa, vino una segunda, y el frío desaparecía, y la rectitud también. La conversación empezó a derivar en cosas mas íntimas, en secretos y en confesiones. Nos sentíamos muy bien, las dos sabíamos que eso era lo mejor que teníamos entre nosotras. Esa complicidad, el entendimiento y el respeto que sentíamos la una hacia la otra.
Perdidas en nuestra conversación, ajenas a lo que ocurría a nuestro alrededor, no nos percatamos de la puerta que se abría, y de cómo en ese instante atrevesaba el umbral nuestro amigo, con su porte de siempre. Que alegría sentimos las dos al verlo! No venía solo, le acompañaba un amigo al que no conocíamos, tenia una mirada dulce aunque su semblante era serio y distante.
Pedimos algo para celebrarlo y comenzamos a charlar.
No sé en qué momento de la conversación me dí cuenta, el alcohol empezaba a hacer efecto, pero lo ví, allí solo, a un lado de la barra, como ausente, me di cuenta de que me miraba y aparte la vista.
Dejé a mis dos amigos charlando animadamente y me acerqué a él, no sabía por qué razón, pero había algo en él que me atraía. Quizá fuera la pinta de duro, el silencio que le acompañaba o la simple curiosidad de conocerle, no lo sabía, pero quería averiguarlo.
No recuerdo qué le dije,cómo empezó la conversación, pero estuvimos largo rato conversando, como si nos conociéramos, aunque la mayor parte de las cosas las decían nuestros ojos. Cuando desperté del hipnotismo que me causaba, ya cerraban y mi amigo nos decía de ir a otro sitio a echar una partida de dardos.
Llegamos, y como siempre, el recibimiento fue caluroso, el gran hombre tras la barra, piropeándome divertido como siempre.
Dejamos las chaquetas y pedimos una copa. Ya era como un ritual pagano.
Empezamos la partida. Y empezó el juego de miradas.
Cada segundo que pasaba me sentía mas atraída por él, y sentía que a él le pasaba lo mismo. Todo estaba nublado por el alcohol, pero no desaparecía la consciencia, lo hacía todo como más misterioso.
Creo que perdíamos frente a mis amigos, pero la verdad es que poco interés teniamos en la partida. Me acerqué a él, le miré a los ojos y el me sonrió como si supiese. Le besé, me besó, nos besamos. Y ya no pudimos dejar de hacerlo. Todo desaparació a nuestro alrededor, fué espiritual, sentía como mi cuerpo se dejaba rendir frente a su alma.
Desperté. Había que irse, la noche avanzaba imparable a pesar de mis enormes deseos de que no terminara nunca.
Mi amiga me observaba entre curiosa y divertida. Ella lo comprendía, lo sabía todo de mi, de cómo trancurría mi vida en aquel momento. Creo que ella se dió cuenta en aquel momento, que no sería como siempre, que no era un escapar momentáneo de mi rutina y mi prisión sentimental.
Decidimos que aquella noche que tanto estábamos disfrutando los cuatro, no podía terminar de una manera tan común. Así que nos fuimos a dar un baño a las afueras de la ciudad.
Hacía muchísimo frío a esas horas de la madrugada, solo nos consolaba el echo de que el agua estaría muy caliente, ya que se trataba de unas termas.
Fuímos decididos hacia las pozas, creo que la idea de ir había sido mia, pero llegado el momento no quería desnudarme para entrar en el agua. Tenia las manos congeladas y todos me miraban. Despues de un rato de protestas me deje ir, y entre en el agua. Estaba muy caliente, pero se agradecía.
No pasó un segundo y ya estaban todos dentro.
El contraste de temperaturas hacia que saliera un vapor espeso del agua, y perdi de vista a mis amigos.
Sentí que me agarraban de la mano y tiraban de mi. Era él. Me miraba directamente a los ojos, de una manera tan intensa que me ruboricé.
Me besó. Sentí un escalofrío recorriendo mi espalda. y jugamos, jugamos largo rato mientras nos besabamos y acariciábamos. No cruzamos palabra en ningun momento, nos lo deciamos todo con la mirada.
Yo estaba confusa, miles de sentimientos invadian mi alma. Mi cabeza luchaba por no rendirse a aquel momento sublime. Me mantuve firme en mi propósito de no entregarme a mi oponente. Fué una dura lucha.
Oímos una voz que nos llamaba, el agua se empezó a enfriar, estaba entrando agua del rio, así que salimos corriendo. Mi amigo escalaba por las rocas a ver donde estaba la fuga y todos nos reíamos. Era una situacion muy cómica...
Nos pusimos la ropa sobre nuestros cuerpos mojados y entumecidos por el frío y nos fuimos a la casa de mi amiga.
Que gustito entrar en calor, secarse y ponerse el pijama. El sueño empezaba a hacer mella en mi, me senté en el sofá y él se sentó a mi lado. No dejaba de mirarme. Me fui acurrucando en él. Me sentia muy cómoda a su lado, me transmitía calma y seguridad. Él me recostó en su pecho y me abrazó, me cacariciaba y me rendí al placer tranquilo que me reportaba.
No sé cuanto tiempo me dormí, ella me despertó y me invitó a su cama. Él había desaparecido, dejándome con la seguridad de que ya no podría separarme de su lado.
Comenzaba un nuevo día.
* Fotografía Jürgen Kirchhoff
Comentarios
taladran tus miradas
los versos arriesgados
que saco de mis mangas
Dices me desdicen
los cantos que te canto
dices desencantan
y me quitan el encanto.
Dices que te hartan
mis intentos por atarte
dices que sonríes
con mi locura por amarte.
Cotejo sin complejo
las cartas que reparte
la banca que no es manca
intentando deslumbrarte.
Y sonrío cuando pienso
que me siento deshaciendo
lo que era que no era
recreándome un yo nuevo.
Y soy feliz reinventando
mi futuro con tu ayuda
con los besos y caricias
que me brinda tu locura.
Y vivo tu ternura
agradezco tu tristeza
y disfruto tu alegria
y día a día tu belleza.
Te quiero tal cual eres
sincera algarabia
amante apasionada
del juego de la vida.