Noche en vela

La noche caía imparable, el manto negro cubría la ciudad y tímidas bombillitas naturales intentaban hacerse hueco entre la grises nubes.
El calor empezaba a llenar el espacio en la burbuja, sentada en el sofá, cubierta hasta los ojos, esperando que mi cuerpo recuperara el calor perdido en el camino hasta el refugio.
La música era envolvente, la luz suave y cálida. Me sentía bien y sonreí.
Te sentaste frente a mí, inmerso en tus quehaceres musicales, parecías concentrado y tranquilo. Te observaba mientras recordaba miles de momentos, de gestos, de palabras...haciendo un recuento de felicidad compartida... Giraste la cabeza, me miraste de soslayo y me regalaste una sonrisa brillante. Los nueves invadieron mi rostro, parecía que siempre leías en mis pensamientos todas las palabras que te regalaba...
Las horas, los minutos y los segundos, libraban una batalla por adelantarse en la carrera del tiempo, el cansancio y el sueño hacían su acto de presencia a su hora de siempre y yo, me negaba a dejarme vencer por ellos.
El reloj marcaba la medianoche, y la carroza pronto se convertiría en calabaza, era hora de embarcarse en el mar de los sueños. Nos subimos en la barca, dispuestos a dejarnos mecer por las olas, aunque mi lucha por parar el tiempo y derrotar a morfeo, aun no habia llegado a su fin.
Nos perdimos en nuestro propio espacio, tejimos nuevos trajes en nuestros cuerpos, nos llenamos de sensaciones de energía, nos contamos nuestros secretos con los besos y dejamos que los sueños fueran llegando poco a poco, con calma...
Me rendí, nos rendimos...dejamos que la barca surcara los mares de la noche, nos arropamos en el limbo onírico y la respiración se hizo más lenta...
Y mi mente, voló caprichosa en un mundo de ensueño donde inventar una nueva noche en vela...